Marcos es un hostelero del barrio de Teatinos. Hace cuatro años se le ocurrió una idea para relanzar su negocio que consistía en poner una carpa y organizar una jornada gastronómica del pulpo, tan sólo un día, el último día de agosto. Este año, por vez primera, el Ayuntamiento de Oviedo le negó la licencia para organizarlo. En una resolución sin firma alguna se le comunica que su idea perjudica “los intereses de los establecimientos hosteleros de la zona”. Todo el barrio y él mismo saben de sobra que los intereses a los que estorba tienen que ver con el representante en el barrio de un determinado “lobby” hostelero. Lo que ocurre es que, quien se lo niega, dice representar, sin firma en el Ayuntamiento, a toda la ciudadanía.
A Marcos no le dejan poner una carpa en Teatinos el 30 de agosto, pero el presidente del “lobby” quiere poner en medio del Paseo de los Álamos 13 carpas y jaimas con camareros de pajarita y cortadores de jamón. Es la gran idea que va a revolucionar las fiestas de San Mateo, un negocio que llevan adelantando por ahí desde hace tiempo, pero que no han presentado en ningún sitio real. El Paseo de los Álamos es un espacio público pero no han pedido licencia. Las fiestas de San Mateo cuestan 1.200.000 euros que pagamos entre todos, pero ellos dicen que tienen derecho a cobrar, no a pagar. Quieren ser el centro. Los de las barracas (que también son empresarios) quieren estar en la Losa y no les dejan, pero a Almeida el Alcalde lo quiere en el centro.
Nos oponemos. Preguntamos ¿qué aportan a las fiestas?, ¿en razón de qué decreto tienen derechos y otros no? Y el tal Almeida sale dando lecciones de cómo deben organizar los ovetenses las fiestas que sufragamos. El resto ya lo sabéis; un periódico local considera tal cosa una guerra “entre la izquierda y los hosteleros” (así se sigue titulando en esta ciudad aún) y después vienen los apoyos y las indignaciones y supongo que cada cual defiende a los suyos como siempre. Y no es lo mismo ser el presidente de una asociación en cuya directiva hay apellidos tan ilustres como García Vigón o Pérez-Espinosa García Lobón, entre otros, que ser el hijo de un electricista de Langreo que para mayor estigma es concejal socialista.
La verdad es que siento haberos llevado hasta aquí para al final contaros que el episodio relatado es, en mi opinión, una insignificante anécdota protagonizada por un insignificante personaje que sólo esconde o pretende esconder lo que personalmente me escandaliza más: el extraordinario maridaje que se consolida en el Oviedo de Caunedo entre el negocio de los “allegados” y el interés público; el tiempo en que aparecen emprendedores escondidos que sólo disparan cuando hay dinero de todos y el espacio privilegiado de unos pocos que aspiran a ser los representantes escondidos de todos.
Y siendo cierto que todos estos también gritaban igual que nosotros “ Gabino ha terminado tu tiempo”, ahora sabemos que había en sus motivos más intereses que valores, más conspiración que valor. Esos que algunos retratan como los intrépidos muchachos que construyen caminos nuevos- así se escribe en esta ciudad aún…- son los que están a punto de saquear en conjunto, no ya sólo los recursos públicos de una fiesta de la ciudadanía, su espíritu mismo y su lógica. Os lo contaré… si tenéis la paciencia de seguirme.