Pedro Bastarrica, no fue sólo el batería de “Los Archiduques” y un destacado productor con notable influencia en un innumerable número de grupos legendarios de nuestra ciudad. Es también y hoy, el nombre de un espacio de músicos jóvenes, de creación nueva que lleva cerrado desde casi año y medio.
Es por tanto, la historia de un Centro que albergó la única iniciativa municipal dirigida especificamente a los creadores jóvenes de la ciudad. A través de talleres, de locales de ensayos y de grabación, configuró el único punto que hizo ciudad de un sinfín de grupos diferentes que tocaban música distinta y hablaban el lenguaje común de haber vivido, creado y educado en la misma ciudad.
Desde el punto de vista administrativo, es la historia de una chapuza más del Equipo de Gobierno. Una chapuza que empezó una adjudicación de un contrato por el Ayuntamiento de Oviedo que data del 27 de septiembre de 2011 para arreglar las cercanas instalaciones de “los albergues”. Se habla entonces de una posible baja temeraria de la empresa contratada y termina con una obra que acabó inundando el Centro Bastarrica y cerrándolo definitivamente hasta hoy.
Por el medio hay una autorización para cambiar el sistema de impermeabilización propuesto y una recepción prematura de la obra por parte del Ayuntamiento. En lo esencial se ponen de acuerdo las dos ambiciones que gestionaron esta administración pública durante años: la de seguir inaugurando a pesar de todo y la de forzar los precios más bajos posibles: el resultado lo vemos en este espacio para jóvenes, pero también en los nuevos campos de “La Pixarra”, en el “Talud de la Ería” y en tantas cosas que vivieron flotando sobre una crisis que ni parecía afectar al Alcalde de entonces, ni por lo visto incomodar a su Equipo de Gobierno, que no deja de ser el actual Equipo de Gobierno.
De lo que estoy seguro es que si no fuera porque un grupo de jóvenes han decidido organizar una concierto reivindicando la reapertura del centro, hoy nadie se preocuparía ni acordaría de este espacio. Lo sé, porque hace ya dos meses, pregunté en la Comisión correspondiente y la Concejala afirmó que ni tenía plazos ni alternativas, que sólo pondría en marcha el Centro cuando resolviese la destacada “maraña” legal que propició aquella chapuza.
Lo que creo que no entendió el Alcalde “tuietero” y su Equipo es que el Centro Bastarrica era algo más que un servicio público destinado a unos “chavales” que hacían música. Era sobre todo el espacio en el que creció, contactó y se influyó mutuamente una generación entera de músicos jóvenes que veían con estupor y frustración que iban siendo conocidos y apreciados en muchas ciudades, pero incapaces de reivindicarse y expresarse en la suya propia.
Su historia, no es sólo la historia de una chapuza más, sino la profunda orfandad de una gestión municipal que durante años fue incapaz de resolver el dilema entre descanso de vecinos y actividad cultural, de una inercia que olvidó, obvió y temió la expresión libre de la gente más libre y que al mismo tiempo que presumía de gastar traer a Arturo Fernández por cien mil euros públicos, negaba y negó una batería, un teclado o una guitarra para que los más jóvenes ovetenses den unos primeros pasos, que eso sí, cuando acaben llegando a Eurovisión les cederemos unos locales públicos y los recibirá el Alcalde en sede municipal. Y sino, al tiempo.
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