lunes, 7 de enero de 2008

Título regalado para una intención de año nuevo.


Todo parece indicar que un 7 de enero es un buen día para iniciar cosas. Espero, al menos, que mejor que aquel día siguiente de todos los santos, en que me estrené en el mundo de la blogosfera. Así que aspiro a que esta nueva experiencia dure más y sea mejor.

Esta mañana leía una entrevista con Juan Marsé en que confesaba que algunos de los títulos de sus novelas se los habían regalado - por ejemplo "Si te dicen que caí" se lo sugirió Gil de Biedma- . Mi título también es regalo de Reyes y me fue sugerido por un buen amigo, cuyo blog: http://paradadel2.blogspot.com/. será un inequívoco referente de esta nueva aventura.

En realidad, aunque largo, el título esboza parte de lo poco que tengo claro que espero de él. Inevitablemente, Oviedo será un tema habitual porque quien esto escribe es un Concejal de esta ciudad, pero el Oviedo al que uno aspira y el que pretendemos descubrir, quiere tener capacidad de sorprendernos, incluso de provocarnos, porque tal y como sugiere la idea que lo conforma; esa imagen de ciudad topicamente conservadora y grisácea puede que sea sólo la foto de quienes se sienten más cómodos en blanco y negro, pero en todo caso nunca nada es una foto fija que no podamos cambiar.

Yo confío más en que Oviedo te sorprenda con las ideas y propuestas de los ovetenses y de aquellos y aquellas que queráis hablar y escribir sobre ella que en unas cuantas torres inclinadas que aunque quieran mirar al cielo, tienen como único fondo unas cuantas viviendas de exclusivo acceso a unos cuantos afortunados.

Yo lo siento por Calatrava, pero creo que el discurso que dejará este tiempo va a estar más ligado a toda esta sublevación de interacciones sociales que ha generado internet que a las edificaciones imponentes.Por eso y con espíritu de tirachinas bíblico comenzamos este blog.

Torres más altas cayeron.

Manuel

6 comentarios:

factoria7gritos dijo...

De las mejores cosas que me trajeron este año los reyes, es -sin duda- este lugar. Espero que mucha gente usemos este tirachinas.

Saludos,

Chus :-)

PD: Vendería mi blog y seguramente un riñón por un verso de Gil de Biezma. Así que la cita ya paga el regalo del nombre, y con creces.

David R. dijo...

Hey, el del tirachinas soy yo, aunque siempre rehusé del personaje bíblico que inspiró mi nombre, un capullo que acabó tirándose a la mujer de su hijo.
De cualquier modo, lo del tirachinas (honda en otras versiones) sirve, y muy bien, como metáfora.
Saludos!

Sergio dijo...

Querido Mánuel:

Bientornado a la blogosfera, espero que "Cuando Oviedo te sorprende" bulla de visitas, y voy a intentar poner un granito de arena en que halles lectores.

Y que escriban comentarios, y que sus comentarios te sorprendan, porque Oviedo es demasiado desconocido hasta para mí, que llevo 36 años habitándolo y tengo 36 años :-) Y sigue sorprendiéndome día a día , y sigo descubriendo ovetenses que me cuentan problemas que yo creía que no podían existir en esta sociedad de la opulencia, donde en vísperas de Reyes es imposible acceder a Carrefour o El Corte Inglés, y, sin embargo, hay quien carece de algunas de las cosas más básicas, salvo educación, sanidad y pensiones universales instauradas por el PSOE. Pero aún hay situaciones terribles, que te encuentras, y que espero que te transmitan directamente los, y sobre todo, LAS, perjudicadas, porque la pobreza, en Oviedo, lo decían las estadísticas pero yo ahora lo veo a diario, es mayoritariamente femenina.

¡¡¡ Welcome, bienvenido, bienvenu, bienveníu, guajeeeeee !!!

Sergio dijo...

Por otra parte, a algunos de los mejores médicos les mareaba la sangre, basta acostumbrarse, hay una anécdota muy simpática a ese respecto en el libro que recomiendo siempre y que hoy recuerda Factoria7gritos en su blog, de una curación por "inmersión". El Dr. David D. Burns era estudiante de primero de medicina y no soportaba la sangre. Se hizo voluntario de urgencias y un día entró un terrorista que le había explotado su propia bomba, tuvo que arrimar el hombro y limpiarle los restos de pólvora de los restos de su piel , que era una masa amorfa con manchas de explosivo que le intoxicaría fatalmente si no se los limpiaba. Se los limpió, con un cepillo de dientes: SÍ, SÍ, DIGO BIEN, con un cepillo de dientes. Y desde aquel día no volvió a tener miedo a la sangre.

De todas formas, estoy seguro de que perdimos un buen médico pero ganamos un excelente concejal. Un abrazo.

SostieneCris dijo...

Hola de nuevo, aquí, desde mi pequeño palomar. Echaba de menos un rincón así, donde leerte y poder criticarte si procede. Suerte y felicidad.

Sergio dijo...

Eso, eso, Cris... un poco de caña a Mánuel en su blog, que si no se apoltrona ;-)

Saludiños,

Sergio