Reconozco que sólo se me ocurren tópicos, pero no me resisto a escribir aunque sólo sea por mitigar la rabia.
Isaías tenía una edad parecida a la mía y mi mismas ideas. También había sido Concejal del mismo partido que yo. También tenía una hija como yo. Tal vez habíamos coincidido incluso, en algún acto de las Juventudes Socialistas de los años 80. Sí, se puede decir que han matado a uno de los nuestros.
Pero es que todos eran de los nuestros. Guardia Civiles, Concejales, Catedráticos, Policías, ciudadanos anónimos.....la misma rabia impotente que uno siente ahora, la sentía en cada asesinato, en cada atentado y en cada momento en que perdía la vida y ganaba la barbarie. La misma ilusión que sentimos en cada uno de los instantes en que parecía que se acercaba el fin de ETA.
Tal vez por eso hoy, sigan sonando en mi cabeza las lamentables cacofonías de palabras que adornaron innecesaria y vilmente esta campaña. La extraña y frívola torpeza de quienes han usado contra los demócratas el dolor de las víctimas. Apenas 24 horas antes de que sonaran los disparos en Mondragón, escuchábamos aún esas voces en las palabras de cierto Diputado que no voy a nombrar.
Aunque suene a tópico sólo dos deseos esta mañana: que Isaías sea la última víctima de ETA. Que hayamos aprendido por fin y para siempre que no se puede usar el terrorismo como arma electoral.
Todas las víctimas son nuestras víctimas
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